La catástrofe del petrolero
Mar
Egeo no será fácil de olvidar. El vertido al mar del
veneno que
llevaba en sus tanques llenó de problemas económicos a un buen número de
marineros y mariscadores, que aún hoy luchan por cobrar las
indemnizaciones. El humo y el miedo a explosiones aún está en la mente de
los coruñeses.
Pero, para que semejante tragedia no se olvide, varios
restos del buque-tanque están siendo expuestos en algunos instituciones
coruñesas. La tercera ancla fue adquirida recientemente por el Club del
Mar.
Hubo un técnico que dijo en su día que sería importante que
permaneciese vivo el siniestro del buque-tanque griego: «De los desastres
se aprende», subrayaba. Su interlocutor le dejó entrever que era muy
difícil de olvidar semejante catástrofe. El experto asintió, pero incidió
en que, para evitar sorpresas, era necesario recordarle a los más jóvenes
«a los que en aquellas fechas aún no nacieran» lo que significó un error
de tal magnitud.
Y dio soluciones: «¿Por qué no guardar y exponer un
trozo de tan siniestro buque». Y le hicieron caso. El primer paso lo dio
el museo de Salinas, en Gijón. Sus responsables adquirieron el ancla de
respeto -suplente- del
Mar Egeo. Una compra que fue posible gracias
al trabajo de extracción de la pieza del fondo marino por los buzos de la
empresa de Manuel Santa Cruz Rojo.
El mar de la Torre de Hércules
continuó castigando con dureza al
Mar Egeo. Lo fue destruyendo poco
a poco, convirtiéndolo en chatarra. Un hierro recuperado por Desguaces
Petrallo y que sirvió para fundir y hacer acero
nuevo.
OportunidadMás tarde, la empresa Corral recuperó una
de las anclas titulares del petrolero. «Es increíble que A Coruña no tenga
una pieza de recuerdo del barco», decían en el puerto. El Concello no dejó
pasar la oportunidad. Adquirió la pieza y expuso en la Casa de los
Peces.
En el fondo del mar de la Torre aún quedaba otra ancla. El
pasado 18 de septiembre fue recuperada por los buzos de Corral, y gracias
a la ayuda del buque
Eurosalve. Una vez en tierra, la pieza fue
comprada por el Club del Mar. Los técnicos se encargaron de ponerla a
punto, de rascarla y sacarle el óxido que le «prestó» la salitre del
mar.
El
Mar Egeo no quiso atracar entero en los muelles
coruñeses. Ahora lo hace a trozos.