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Algo para recordar
17/11/2001 |
EMILIANO MOUZO AL DÍA
ANA ARES


La catástrofe del petrolero Mar Egeo no será fácil de olvidar. El vertido al mar del veneno que llevaba en sus tanques llenó de problemas económicos a un buen número de marineros y mariscadores, que aún hoy luchan por cobrar las indemnizaciones. El humo y el miedo a explosiones aún está en la mente de los coruñeses.
Pero, para que semejante tragedia no se olvide, varios restos del buque-tanque están siendo expuestos en algunos instituciones coruñesas. La tercera ancla fue adquirida recientemente por el Club del Mar.
Hubo un técnico que dijo en su día que sería importante que permaneciese vivo el siniestro del buque-tanque griego: «De los desastres se aprende», subrayaba. Su interlocutor le dejó entrever que era muy difícil de olvidar semejante catástrofe. El experto asintió, pero incidió en que, para evitar sorpresas, era necesario recordarle a los más jóvenes «a los que en aquellas fechas aún no nacieran» lo que significó un error de tal magnitud.
Y dio soluciones: «¿Por qué no guardar y exponer un trozo de tan siniestro buque». Y le hicieron caso. El primer paso lo dio el museo de Salinas, en Gijón. Sus responsables adquirieron el ancla de respeto -suplente- del Mar Egeo. Una compra que fue posible gracias al trabajo de extracción de la pieza del fondo marino por los buzos de la empresa de Manuel Santa Cruz Rojo.
El mar de la Torre de Hércules continuó castigando con dureza al Mar Egeo. Lo fue destruyendo poco a poco, convirtiéndolo en chatarra. Un hierro recuperado por Desguaces Petrallo y que sirvió para fundir y hacer acero nuevo.
Oportunidad
Más tarde, la empresa Corral recuperó una de las anclas titulares del petrolero. «Es increíble que A Coruña no tenga una pieza de recuerdo del barco», decían en el puerto. El Concello no dejó pasar la oportunidad. Adquirió la pieza y expuso en la Casa de los Peces.
En el fondo del mar de la Torre aún quedaba otra ancla. El pasado 18 de septiembre fue recuperada por los buzos de Corral, y gracias a la ayuda del buque Eurosalve. Una vez en tierra, la pieza fue comprada por el Club del Mar. Los técnicos se encargaron de ponerla a punto, de rascarla y sacarle el óxido que le «prestó» la salitre del mar.
El Mar Egeo no quiso atracar entero en los muelles coruñeses. Ahora lo hace a trozos.

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